Empecé a extrañar la infancia cuando me dí cuenta de que lo que más dolía era caerme de la bicicleta. Empecé a extrañar la infancia cuando me dí cuenta de que llorar era cosa de dos segundos, no valía la pena hacerlo si podía estar jugando. Empecé a extrañar la infancia cuando la palabra "amor" la usaba con mi familia y muñecas. Empecé a extrañar la infancia cuando la separación sólo existía entre la Barbie y el Ken.

Empecé a darme cuenta de que crecer tiene sus contras y beneficios. Empecé a darme cuenta de que no sólo alcanza con sacar alguien de tu cabeza, sino que debes hacerlo desde el corazón. 

Logré entender que una piedra no tapa a otra, por más grande que sea. Que las grietas no se cierran así por que sí. Que el amor no se termina con sólo decir adiós.

Pero también logré entender, que como extraño mi infancia voy a extrañar mi adolescencia. Entendí que esta etapa no es la más difícil, que me queda mucho más por vivir, disfrutar, y sufrir.